sábado, 20 de noviembre de 2010

Una tarde de irreverencia y locura....

Las  tardes en Lima se van poniendo más alegres, los días van siendo mas soleados y ya se respira ese airecito risueño previo a la Navidad.
En Barranco es como si no hubiesen pasado los años, es uno de los rinconcitos que guarda Lima, donde aún se percibe un ambiente perfectamente amalgamado de tradición y cultura, viejas casonas, solariegas, rebeldes a las inclemencias de la tan afamada modernidad y que luchan como pueden con el famoso boom inmobiliario que arrasa con cuanta casa vieja y hermosa encuentra en su camino para convertirlas en hacinados edificios multifamiliares.
En este balneario, cuna de José María Eguren, es donde ayer tuve una tarde riquísima con mi amigo el escritor Rodrigo Núñez Carvallo.
Rodrigo es un amigo que conocí por una conocida página social en internet, cincuenta y siete años, periodista, pintor y algo excéntrico.
Nos pasamos toda la tarde y parte de la noche conversando mil y una cosas, anécdotas y parte de su vida, interesante por cierto.
Me contó desde sus días de estudiante frustrado de medicina, hasta la forma en que conoció a una gringa despampanante en el local de autores y compositores del Rímac, en la populosa avenida Francisco Pizarro, que en ese entonces, según lo que comprendí, él era estudiante de  la Universidad Católica y frecuentaban dicho lugar lumpenesco que  los estudiantes habían convertido en asiduo punto de reunión, Rodrigo en un descuido de la gringa que era antropóloga o quizás geóloga o sabe Dios qué, aprovechó para estamparle un dibujo  o un garabato ( llego a pensar que hasta alguna escena obscena) en un cuaderno de dibujo  que la chica esta  había dejado sobre una mesa, según me cuenta días después la gringa lo llamó y empezaron a  salir.
Empezaba la década del ´80 y Rodrigo perdía a su madre (acontecimiento que lo ha marcado hasta  hoy), me cuenta que mientras su mamá se velaba en la sala de la casa, él disfrutaba de la mas ardiente noche de lujuria con la gringa, él mismo se asombra de la manera tan irreverente de  sus hechos….extraña dualidad entre la vida y la muerte, mientras en la sala se veneraban los despojos de la madre muerta, en un dormitorio de arriba  se manifestaba la vida en su mayor esplendor, no deja de ser una expresión de rebeldía ante la pacata actitud de la familia de resignarse a ser envueltos en el humo asfixiante de un luto innecesario.  Nunca mas vio a la gringa, prefiere recordarla.
Lo que no me terminó de contar es el caso de su hermano loco, quien estuvo en las guerrillas y terminó calato en las calles de Paris, dice que Bryce lo menciona en su obra: “La vida exagerada de Martín Romaña”, como “el loco de los pies planos” o algo por el estilo…queda pendiente esa conversación Rodrigo…

1 comentario:

  1. Hola, me gusta el aire intimista de tu narratiiva y el aire peruano del primer parrafo. Siempre quise conocer per. Un abrazo,
    Romek

    ResponderEliminar