viernes, 26 de noviembre de 2010

VANIDAD....

A ti ….
Donde te encuentres, si es que te  encuentras en algún sitio, aparte  que en mi  sola imaginación, que es donde vives o más bien donde te he obligado a vivir, a ti quiero contarte ahora las cosas que me están sucediendo:
Desde que tu partiste al mundo  de las quimeras y las imaginaciones, yo  en esta orbita que llaman real, aterricé en los lugares más recónditos y escatológicos que puedas imaginarte, terminé enamorándome  de un ser muy  distante a tu recuerdo, un ser pobre, grotesco y sin espíritu, imagino cómo te habrás sentido al ver que tu obra, o sea yo, se perdía fundiéndose entre los brazos de un ser tan desmerecedor de tu hermosa creación, pero es que tú me creaste, cariño, con una facultad que mucho hubiese querido la omitas  y es la de la vanidad perniciosa.
Me convertiste en un criminal, la vanidad es un pecado capital, nunca entenderé porque permitiste que yo me enrede en esa paradójica telaraña de la vanidad, que es pecado en el ente de carne y hueso, pero no en el que lo creó, un ser al que gusta de contar con una legión de ángeles que lo alaban eternamente.
Al encontrarme privado de tu opima influencia, me convertí en presa de frustraciones ajenas.
Se valieron de artimañas, me endiosaron, me sahumaron; me creí en el más sublime de los vergeles cuando en realidad me estaban sumergiendo con saña en un pantano de mentiras.
 Me pongo a pensar como hubiesen sido las cosas si tu no te hubieses esfumado, o mejor dicho si hubieses existido en algún momento en el borrascoso universo de mi objetividad minada, la felicidad hubiese rebosado los dinteles de la gloria y la plenitud de nuestros espíritus hubiese prevalecido ante la adversidad de nuestras materias.

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